Para fomentar el desarrollo espiritual de un niño se empieza a trabajar tres años antes de su nacimiento. El autor ofrece una metodología sui géneris para comunicarse con el nuevo ser y el acompañamiento del proceso de gestación, y luego los años de la infancia, hasta la mayoría de edad, indicando los pasos concretos para generar, cuanto antes, la capacidad de influir en la realidad circundante a través de la conciencia. Una herramienta única en su género para padres conscientes que buscan responsabilizarse por el despliegue del todo el potencial espiritual de sus hijos.
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